martes, 1 de mayo de 2007

Lunes, 30 Abr 2007 a las 12:24 DEBATE 21 http://www.debate21.com/articulos_3136.html
Ernesto Ladrón de Guevara
Conciencia libreCiudadanos
Con ocasión de una presentación en Sitges de mi libro Educación y Nacionalismo, donde, mediante una investigación etnográfica e histórica, analizo el papel que desempeña el adoctrinamiento como modelo sustitutivo de la educación en la configuración del espíritu nacionalista en las llamadas Comunidades históricas, he tenido el enorme placer de conocer a gente como Carmelo González.Carmelo es un científico que tiene unas empresas de biotecnología. Es un hombre culto, de esas personas cosmopolitas que han pasado parte de su vida en países del extranjero llevando fuera de nuestras fronteras el mensaje implícito de que en España también hay hombres y mujeres con iniciativa, con capacidad demostrada y eficiente en su ámbito de conocimiento, con sentido del riesgo, con espíritu empresarial y, al mismo tiempo, con impulso creador, con ganas de abrir nuevos caminos a la ciencia. Carmelo González es un canario con residencia en Cataluña que habla el inglés con la misma fluidez que el castellano y que mantiene sus relaciones de trabajo habitualmente en esa lengua. Un hombre abierto al mundo, un humanista que defiende la dignidad de cada persona, precisamente porque esa dignidad es la que le aporta la calidad de ciudadano y no de súbdito; es decir, la cosmovisión que percibe a cada individuo como ser único e irrepetible, y por eso dotado de entidad propia e investido de memoria, inteligencia y voluntad, que son tres dimensiones de la personalidad sobre las que hemos abandonado todo cultivo.Por eso Carmelo se embarcó en una aventura para defender a su hija y el derecho a ser educada como su padre desee, es decir en su lengua materna. Carmelo se puso en huelga de hambre para conseguir que su hija de cuatro años fuera escolarizada en castellano. Simplemente porque tiene derecho constitucional a ello, y además porque todas las recomendaciones internacionales derivadas de la UNESCO así lo dicen. Y, sencillamente, porque la Declaración Internacional de los derechos del hombre así lo especifica cuando atribuye a los padres el derecho a elegir el tipo de educación para sus hijos. Pues, créanme: Carmelo no ha conseguido su objetivo. Y por eso se ha afiliado al partido de los ciudadanos (Ciutadans), y va a ser el candidato a la alcaldía de Sitges: no porque tenga vocación (con b o con v) de político sino porque está harto de injusticias y de mequetrefes que se piensan que en cuanto llegan a un cargo público tienen derecho de pernada y pueden controlar vidas y haciendas, y hasta dirigir las conciencias individuales. Hay mucho discípulo de Stalin.Deseo a Carmelo la mejor de las suertes. No sólo porque he conocido en persona su dimensión humana en sólo unas pocas horas que he convivido con él antes de la presentación de mi libro, sino porque se necesitan humanistas en la política. Se necesita urgentemente superar la mediocridad imperante y que se impliquen directamente gentes ligadas al mundo de las artes, al mundo de la creatividad, de la investigación y de la ciencia, tecnócratas, gentes que crean en el resurgir de la política desde sus ciudadanos, desde las gentes que no tienen necesidad de ella para vivir pero que quieren cambiar las cosas, para que la política sea un servicio al ciudadano pues es a este al que se debe, ya que la política sin los ciudadanos no es democracia, es despotismo ilustrado o totalitarismo.La verdad sea dicha: hay veces que tengo la desesperanza, más bien la desesperación, de que sea posible recuperar el sentido de la democracia, pero el contacto intelectual con personas así le proporciona a uno esa energía para intentar cambiar las cosas.

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